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Pieza destacada, 9 «Quiosco de la Plaza Mayor»


Tamaño A5, color, anverso y reverso

La historia de este quiosco, situado durante décadas en una esquina de la Plaza Mayor, junto a las Escaleras del Ochavo, comienza en las primeras décadas del siglo XX. Entonces se instaló allí un primer quiosco de madera que fue quemado en el transcurso de un altercado político acaecido en 1930. Su propietario en aquellas fechas, Guillermo González, decidió construir otro, ahora de hierro, que es el que hoy puede verse en el Museo del Comercio. El quiosco data, así pues, de 1931. Ángel Sánchez Miguel, padre del donante, cogió el traspaso en torno a 1959. Ángel Sánchez Miguel realizó varios trabajos en su vida antes de conseguir el quiosco. Fue repartidor de pan elaborado en la Tahona del Bretón y recorría la ciudad con un caballo. Luego vendió periódicos en varias ubicaciones, siempre en el entorno de la Plaza Mayor: primero en las Escalerillas de Pinto, a la entrada de La Rápida. Más tarde en un portal de la calle Toro. Después a la puerta del café Castilla, anteriormente Términus y, más tarde, al cerrarse este local, lo hará en La Tropical (California) donde el hijo recuerda, fundamentalmente, el salón con viejos futbolines.Ángel Sánchez Miguel, nacido en junio de 1914, era natural del Campo de Peñaranda. En Salamanca la familia vivía en el Patio de Escuelas. Su hijo, Ángel Sánchez Sánchez, nacerá en 1942. Desde los cinco años tuvo que ayudar a su padre en la venta de periódicos, alternando esta labor con el colegio. Como no pudo estudiar buscó trabajo desde muy joven: entró como aprendiz en un negocio de marroquinería que se arruinó de la noche a la mañana. La aventura duró tres años, el mismo tiempo que estuvo en la tienda de calzado de Llorens Ceba, ubicada en la calle San Justo. Otros tres años estuvo en La Española, tienda de ultramarinos situada hoy junto a San Juan de Sahagún pero que antes había estado en la calle Pozo Amarillo (donde hoy está El Comercio). De ahí, una vez cumplido el deber con la patria en Valladolid, volvió con su padre, ahora ya al quiosco. Tenía entonces 21 años.La ubicación céntrica del negocio y su cercanía del Gran Hotel le ha permitido conocer a muchos turistas importantes, como Charlton Heston o el cosmólogo Hawkins. También a artistas españoles de renombre, deportistas y toreros; de hecho, el quiosco tuvo siempre fama de taurino y hasta allí se acercaban los lectores ávidos de esta prensa. También gozó de su momento de gloria en el cine, apareciendo en una escena de Octavia, película dirigida por Basilio Martín Patino.Aunque en origen fuera un puesto destinado a la prensa diaria, con el tiempo el quiosco fue incorporando otro tipo de género, fundamen-talmente golosinas. Varias generaciones de niños endulzaron sus domingos con garrafas, pirulíes, pastillas de leche de burra, confites, regaliz de palo, pan de higo, caramelos de a perra chica o las eternas pipas de girasol que allí compraban. También se vendían en el quiosco peonzas y cariocas de papel para volar. Y bombas, petardos, buscapiés… Todos estos productos se mercaban al por mayor en La Fama, mítica tienda situada en El Corrrillo. Todos menos los pirulíes, golosinas que hacía el Sr. Boni, propietario del quiosco de La Rúa en Semana Santa.
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Martes a sábado: Mañanas de 10:00 a 14:00 · Tardes de 17:00 a 20:00h.
Lunes y domingo: de 10:00 a 14:00 · Festivos: Mañanas de 10:00 a 14:00h. En julio y agosto el museo cierra todos los días por la tarde.
Entrada individual gratuita.
Visitas guiadas para grupos 1,5€ persona
(requieren reserva previa).
Avda. de Campoamor, s/n · 37003 · Salamanca
Tel: (+34) 923 238402 · Fax: (+34) 923 238327
info@museodelcomercio.es
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